Alterio, la manzana y el azar

03.11.2010 13:51

ALTERIO, LA MANZANA Y EL AZAR

RLC.- Bueno, Alterio ¿qué le parece a usted la movida política de las últimas semanas en La Carolina?

Alterio.- Pues que muchos de nuestros políticos están en la política por puro azar; eso es un hecho. Y una vez en la política, en la mayoría de los casos, también dependen del azar e incluso del error. A muchos de ellos, como a Newton, les cayó un día una manzana en la cabeza y descubrieron la política casualmente. Es decir, que por un azar externo, una circunstancia totalmente inesperada, se produce una consecuencia que no estaba prevista en sus planes y se metieron en la política, muchas veces apadrinados por otros políticos que en su día también el azar los situó en el ámbito de la política. Y aunque las manzanas caídas en sus cabezas puedan ser similares, las cabezas no lo son.

RLC.- ¿Compara usted a nuestros políticos con Newton?

Alterio.- No. Comparo a las manzanas. Mire usted, lo ideal sería que los políticos llegaran a la política por vocación, pensando en el interés público general. La realidad histórica nos demuestra que lo hacen, la mayoría de las veces, pensando sobre todo en ellos mismos, y si sobra pensamiento y generosidad, en los demás. Creo que una minoría de los políticos, a los que no les ha caído ninguna manzana en la cabeza, los que entienden la política como un servicio para el pueblo, son los “ideales”.

RLC.- ¿Y cuáles son esos según usted?

Alterio.- Eso es lo difícil, distinguir entre unos y otros. Porque tras los supuestos y diferentes ropajes ideológicos con los que se cubren, y unos mensajes prefabricados por las correspondientes  cúpulas de turno de cada partido político a los que pertenecen, se parapetan unos y otros. El pueblo, los ciudadanos, que finalmente debemos elegirlos para gobernarnos, tenemos una difícil papeleta para distinguirlos. La dificultad aumenta también como consecuencia de que el Pueblo, los ciudadanos, no formamos una sociedad civil fuerte porque todavía padecemos un largo sarampión después de mucho tiempo de sistemas autoritarios. Nuestra sociedad civil carece de raíces democráticas a diferencia de otras sociedades de nuestro entorno político y así nos luce el pelo.

RLC.- ¿Todavía nos falta rodaje?

Alterio.- Pues sí, porque la dificultad también consiste en el bombardeo masivo de mensajes, propaganda la mayoría de las veces, que recibe el ciudadano y que en algún momento deberá optar entre unos políticos y otros. Ya lo ha visto usted estos días en nuestro Pueblo ¿muy pedagógico, verdad? Cuando llegue el momento, el ciudadano, como elector, deberá hacer un esfuerzo intelectual para discernir cual es su mejor opción personal y, al mismo tiempo, que sea beneficiosa para la colectividad. Y si no quiere esforzarse mucho, por comodidad, si decide participar, una buena parte, la minoría silenciosa, se tapará la nariz y depositará su papeleta en la urna. También puede decidir quedarse en casa, no votar, con lo que queda de manifiesto su desconfianza y alejamiento del sistema democrático.

RLC.- ¿Quiere usted explicarme eso de la minoría silenciosa?

Alterio.- En la llamada minoría silenciosa, la decisión del sentido de su voto lo va a determinar poco tiempo antes de la votación en las urnas, no siete meses antes, un tiempo que debería servir para el debate sosegado y riguroso. Esta minoría silenciosa es la que no tiene grandes prejuicios ideológicos ni fijaciones dogmáticas y, en nuestro sistema político y social, son los que finalmente sentencian que los gobiernos se decanten a un lado o a otro. Esta minoría silenciosa, en nuestro país, en nuestro Pueblo, se sitúa en el centro político y unas veces votan a la izquierda y otras a la derecha haciendo recaer la responsabilidad de gobernar a un lado o a otro. Al final, esta minoría será la que determinará la mayoría que nos gobernará. Es por lo que no entiendo los mensajes radicalizados; parece que intentan convencer a los convencidos.

 

RLC.- ¿Y qué podemos hacer los ciudadanos al respecto?

Alterio.- Nuestro sistema político, la democracia, es un sistema imperfecto y mejorable. Es el menos malo de los sistemas conocidos aunque siempre hay que mejorarlo, esencialmente y en mi opinión, en los siguientes aspectos: los partidos políticos y su defectuoso funcionamiento democrático interno; un sistema electoral proporcional puro y la participación ciudadana en una amplia concepción, que se arme con los argumentos propios de una potente sociedad civil. Llevamos ya más de 30 años de democracia y hay muchas cosas que revisar.

RLC.- Difícil tarea ¿no cree?

Alterio.- Sí. Pero no imposible. Alguien nos marcó el camino hace ya mucho tiempo. Sólo tenemos que seguir esa senda. Nuestro querido fundador, Pablo de Olavide, bebió y se inspiró en las fuentes de la Ilustración del siglo de las Luces cuando fundó La Carolina. Nuestra ciudad persiste 243 años después; maltrecha y esperando nuevos impulsos. Pero aquí estamos…

la razon

RLC.- Ya sabemos cómo acabó Olavide, apaleado y casi en la hoguera de la Inquisición.

Alterio.- Sí. Pero su obra carolinense, inacabada, espera aún que nosotros la continuemos, si no hasta su finalización, sí al menos para que profundicemos y colaboremos en su construcción. Es una tarea que nos corresponde a todos los carolinenses, ciudadanos y políticos, para acercarnos cada vez más al ideal “olavidista” apoyándonos en la Razón como si fuera una brújula y consolidar la certeza de lo racional como meta alcanzable. Hemos de pretender la consecución y el encuentro de los ciudadanos carolinenses, incluidos los políticos; cada uno con sus propias peculiaridades y pensamiento pero todos rebosantes de agudeza, ingenio, audacia y pasión para reformar el casi ruinoso edificio que es nuestro Pueblo hoy, como consecuencia de gestiones públicas escasamente rigurosas además de la grave crisis económica global que padecemos.

RLC.- Alterio, que nos está dando usted un mitin filosófico-histórico…

Alterio.- Pues tenga usted dos tazas. Sapere aude: “atrévete a saber”, ten el coraje de usar tu entendimiento. Esta es la divisa del Siglo de las Luces que inspiró a Olavide. Desde la individualidad, hemos de aplicar esta divisa al colectivo social carolinense para que suscite un proceso de rápidos y profundos cambios mediante debates constructivos. Empezando por nuestros queridos políticos locales que, entonces sí, tendrán detrás a los ciudadanos y no tendremos que taparnos la nariz para votarlos. Siguiendo con los principios inspiradores de Olavide y su espíritu, habrá que desechar las directrices de los viejos y pretendidos “ídolos”, el oscurantismo y el dogma, poniendo en su lugar la razón analítica y la tolerancia, lejos de un despotismo del que muchos han bebido: un despotismo más o menos ilustrado. Menos, la mayoría de las veces.

RLC.- Sigo pensando que ese “partido” es muy difícil de ganar…

Alterio.- Mire usted. En el siglo XVIII tuvimos que fichar al peruano Olavide para marcar los primeros goles. A lo mejor hoy tendríamos que fichar en el mercado de invierno a algún brasileño goleador ¿no ha quedado libre Lula?

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