Alterio, Luna de plomo y Santa Bárbara

29.11.2010 10:40

ALTERIO, LUNA DE PLOMO Y SANTA BÁRBARA

RLC.- Alterio ¿cómo le ha ido el fin de semana?

Alterio.- Pues he aprovechado el mal tiempo que ha hecho de lluvia y frío para quedarme en casita. Leyendo durante todo el fin de semana. Y le aseguro que divirtiéndome mucho con los dos libros que he devorado. También ví como perdió su equipo… aunque ya veremos lo que hace el mío esta noche.

RLC.- ¿Se ha leído usted dos libros este fin de semana?

Alterio.- Pues sí señor. Son los dos libros que me prestó usted y que aquí se los devuelvo otra vez, sanos y salvos.

 

LUNA DE PLOMO LA ITALIA DE ESPAÑA

RLC.- A ver… “Luna de plomo” y “La Italia de España”. ¿Y qué tal? ¿Nos quiere comentar algo de lo que más le haya gustado de ellos?

Alterio.- No creo que me deje usted tiempo suficiente, porque aunque se trata de dos temas aparentemente diferentes, la realidad es que ambas obras tienen como coincidente  denominador común la “vida” de La Carolina.

RLC.- ¿Y cuales son esas “diferencias coincidentes”, Alterio?

Alterio.- Muchas, en mi opinión. Se trata de la vida, obra y milagros de muchos carolinenses. Pero hoy sólo le voy a hablar de la primera. En “Luna de plomo”, aunque su eje central es la minería y los mineros, en sus interioridades el “Abuelo” cuenta a su nieta muchas circunstancias y sucedidos que a los lectores, como usted y yo, que ya tenemos cierta edad, nos hacen revivir muchos recuerdos de episodios y personajes que hemos conocido. O que hemos oido hablar de ellos.

RLC.- O sea que es una novela para vejetes, de batallitas…

Alterio.- En absoluto, amigo mío. Es una novela que debería ser leída prioritariamente por la gente joven de nuestro Pueblo. Para que no olviden sus orígenes ni los antecedentes de sus padres y abuelos. ¿Recuerda usted la conversación que mantuvimos hace unos días sobre la revista “El Sinapismo”? ¿Recuerda usted quien me la regaló?

RLC.- Pues creo que fue el autor de la novela a que se refiere usted, “Luna de Plomo”, de Antonio Merino.

Alterio.- Sí señor. Tiene usted buena memoria. Pues resulta que Merino, como tantos y tantos carolinenses, tiene entre su familia viejos mineros y, concretamente su padre, hace  un excelente relato de su época minera y memoriza muchos sucesos y anécdotas de otras anteriores que los jóvenes deberían conocer y comentar con sus padres y abuelos. Y, como le he dicho, los más mayores también debemos leer y rememorar. Los tiempos de las minas en La Carolina ya pasaron y seguramente no volverán nunca más pero la memoria histórica de la minería carolinense, por todo lo que ha significado económica y socialmente debería permanecer en el recuerdo y para conocimiento de todos.

RLC.- Pues ahí sigue en el empeño Merino, con la revista “El Sinapismo”. En esa labor trabaja junto a sus compañeros de la Asociación Cultural Minero Carolinense dedicados a reverdecer esa memoria de la que usted habla…

Alterio.- Sí, amigo. Es necesario recordar de dónde venimos. Merino, en su “Luna de plomo” nos recuerda  parte de la historia minera de La Carolina con hechos reales y nombres y apellidos auténticos la mayoría de las veces. Nos recuerda como aquellos hombres escribieron esa historia durante muchos años que “vivieron y murieron arrancando el mineral y enriqueciendo a muchos de dentro y de fuera. Hombres que sufrieron en sus carnes el frío y el calor… el estallido de sus pulmones…” por la silicosis. La caída al hondo de la mina, la explosión y el fuego en el interior.

RLC.- Ya veo que le ha interesado mucho la novela de Merino.

Alterio.- Naturalmente que me ha interesado. Y me ha gustado mucho el aspecto humano de la novela además de los datos históricos muy bien documentados: la “huelga de las siete perrillas” de 1929, que duró tres meses y que produjo hasta un atentado contra “el Mama”, el jefe de la mina. Donde se cuenta la solidaridad de los mineros y de los obreros de la época en general. Le contaré primero algunos muy sonados y desgraciados accidentes de las minas.

RLC.- Supongo que tambien nos contará otros detalles menos truculentos…

Alterio.- Naturalmente que sí. Primero le citaré los malos. El más grave de los que se tienen noticias fue el incendio en el interior de la mina Araceli, el 5 de Enero de 1921: 23 nombres grabados en la lápida del cementerio de La Carolina lo recuerdan. Otro que a mí particularmente me afectó mucho fue la muerte de mi amigo Pepe Cattoni, como ya le dije en otra ocasión. A lo largo de los años se han sucedido muchos accidentes y que, en parte, cuenta el “Abuelo” a su nieta en la rememoración de sus tiempos de minero. Y como no quiero contarles la novela completa a sus lectores a los que les recomiendo su lectura porque es preferible que la compren y la disfruten enteramente como he hecho yo.

MINA PADRE SANTO 

RLC.- Claro, Alterio. ¿No nos iba a adelantar algunos episodios más alegres?

Alterio.- Si, hombre… si usted me deja. Para ir mezclando mis comentarios -entre col y col una lechuga- les diré a sus lectores que podrán conocer lo que Merino nos cuenta del Teatro Principal que estaba situado junto al Palacio del Intendente Olavide. De las actuaciones que se celebraban en él en sus tiempos: Antonio Molina, Pepe Pinto, Machín, Marchena, Farina. Por cierto, he de decirle que yo también conocí el Teatro Principal y guardo recuerdos muy íntimos y personales, a pesar de que yo casi era un crío con menos de 15 años.

 

RLC.- A ver, a ver, díganos alguno de ellos.

Alterio.- Allí me metí mis primeros bailes de Carnaval, ya sabe, “agarraítos los dos”. Como yo iba disfrazado, mi estatura me permitió bailarme a las chicas más granaítas que me gustaban más y que no estaban disfrazadas. Ahora, con el paso del tiempo, me pregunto quién bailó a quién. Pero el mejor recuerdo del Teatro Principal, y el más importante para mí, es que allí conocí a la mujer de mi vida. De la misma edad que yo, ella participaba como actriz aficionada en un festival benéfico de teatro. Me convertí primero en su “fan” y con el tiempo ella se convirtió en la madre de mis hijas y hoy es la abuela de mis nietos. Y en el Teatro Principal compré los muebles para mi casa. Ya sabe usted que el teatro fue vendido a un fabricante de muebles. Perdone que les haya contado esta intimidad tan “principal” para mí.

RLC.- Está usted perdonado Alterio. Ha sido una nota alegre. La lechuga entre col y col.

Alterio.- Gracias. Prosigamos con “Luna de plomo”. El “Abuelo” también cuenta a su nieta algunos famosos episodios sucedidos en La Carolina, como cuando la partida del “Gafas”, del maquis, secuestró a Castilla, el de la tienda de confección de la calle Madrid. O cuando Merino (otro Merino, claro) mató de dos disparos de pistola a Morel y a su hijo en el Café Colón.

RLC.- Es célebre y real esa historia…

Alterio.- Y ya que estamos en el “filón negro”, también cita Merino el suicidio de un minero en la calle Caridad, que se degolló tras apuñalar a su mujer. Desgraciadamente, también tuve la mala fortuna de presenciarlo. Tenía yo entonces unos 9 años. Esas cosas, con esa edad, marcan y nunca en la vida se olvidan.

RLC.- Más notas alegres, Alterio

Alterio.- Las hay y muchas. Nos rememora Merino las Ferias de Mayo en el “Legio” y su ganado; la Semanas Santas de aquellos tiempos oscuros y prohibidores. El Teatro-Cine Carolina y los bailes de Carnaval con el célebre “Gran Bastián” y muchos mariquitas de Linares, asíduos a la fiesta y que nos visitaban cada año cuando sólo se celebraba el carnaval con la cara “tapá” aquí en La Carolina. Aunque estuviera Franco en Selladores cazurreando.

En el aspecto gastronómico, en “Luna de plomo” podremos degustar unas buenas migas en una matanza… ¡de cochinos, hombre! Y otras exquisiteces comestibles de nuestra tierra como los jarapos. Y de cómo las esforzadas mujeres de los mineros compraban en el Economato de Los Guindos a precios más asequibles que en el comercio habitual. Era otra forma de vivir, diferente.

RLC.- Y de otros lugares interesantes…

Alterio.- De la también desaparecida Plaza de Toros así como de nuestra antigua Estación de Ferrocarril de La Carolina que transportaba viajeros y plomo a Linares. Nuestro tren iba tan lento que a la vuelta de los toros de la Feria de Linares, muchos pasajeros descendían de él a su paso por las viñas y regresaban con una buena carga de uvas. Naturalmente, siempre con el tren en marcha. Relacionado con el tren, “El Cable” que asi denominábamos al sistema de transporte del plomo desde la mina mediante unas vagonetas cargadas con plomo hasta el Descargadero.

Minas como La Rosa, Aquisgrana, Española, Manzana, La una y otra, Guindo, Culebrina, Víbora, Soldao, Federico entre otras muchas.

Y las compañias mineras Peñarroya, Los Guindos, La Cruz, Centenillo

Y lo más importante: las personas. Merino hace una relación de mineros carolinenses –y otras personas relacionadas con la minería- que trabajaron directa o indirectamente con él. Él les rinde un homenaje a todos ellos y yo también me uno al mismo. En resumen, la novela de Merino, recorre toda una época con innumerables anécdotas, sucesos y personajes de los que yo lógicamente sólo les he comentado una pequeña muestra a sus lectores y a usted.

RLC.- Alterio, el tiempo se acaba, ¿algo más que contarnos?

Alterio.- Tengo mucho más. Pero para finalizar le apuntaré solo dos cositas. El próximo sábado, día 4 de Diciembre, es Santa Bárbara, patrona de los mineros. Muchos de sus lectores recordarán sus celebraciones en los tiempos en que la minería carolinense estaba todavía en su esplendor. No estaría mal algún recuerdo “oficial” que festejara la fecha. Los mineros que todavía viven con nosotros lo agradecerían.

RLC.- ¿Y la otra cosita?

Alterio.- Pues que tenemos que comentar también la novela de Trujillo, “La Italia de España”, otra maravilla.

RLC.- Pero será otro día. Hoy nos hemos quedado sin espacio ni tiempo. Gracias Alterio.

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