Tolosa: sus Navas, Castillo y la Colonia de Navas de Tolosa (Reedición)

30.09.2010 07:00

NOTA DE LA REDACCIÓN

El 18 de Agosto de 2010 pasado falleció el historiador carolinense Carlos Sánchez-Batalla. Una semana antes, Revista de La Carolina había iniciado la re-edición de un trabajo de Sánchez-Batalla; el trabajo fue proporcionado por el historiador a la revista EL COFRE que lo publicó el 8 de Marzo de 1993 y dividió el trabajo de Carlos en tres entregas sucesivas (3 números). Revista de La Carolina pensaba hacer lo mismo en esta re-edición pero las circunstancias concurrentes nos invitan a publicar las otras dos entregas junto a la primera para que formen un conjunto.

Por supuesto, dedicamos esta re-edición a la memoria de Carlos cuya labor investigadora jamás podremos apreciar en su verdadera magnitud los carolinenses.

 

 

Tolosa: sus Navas, Castillo y la Colonia de Navas de Tolosa

 

(*) Carlos Sánchez-Batalla

“La campaña contra el poderío almohade, que revistiera carácter de Cruzada, finalizó con el brillante triunfo de los reyes cristianos peninsulares y consiguiente ocaso musulmán.

El hecho de que el anejo de La Carolina recibiera el nombre de Navas de Tolosa indujo a no pocos historiadores, investigadores y cartógrafos a señalar e identificar la colonia de Carlos III como lugar del memorable choque; error o confusión que, conscientemente, admiten los habitantes de esta localidad celosos de que se les arrebate la gloria de haber sido su solar el lugar de la victoria.

El rigor histórico nos mueve a tratar los hechos de forma desapasionada para concluir objetivamente, sin insistir excesivamente en los datos de don Rodrigo Jiménez de Rada, cronista de excepción de la Batalla, cuyo manuscrito en pergamino se guardaba hasta hace pocos años en la Iglesia de Vilches junto a otros trofeos y recuerdos de la misma. (El manuscrito estuvo depositado en la Iglesia de Nuestra Señora del Castillo y desapareció después de la Guerra Civil). Según Pí y Margall solo estaba traducida la parte referente a la Batalla y de él se valió Martín Ximena para sus Anales Eclesiásticos de Jaén. En la actualidad, la Iglesia parroquial conserva una casulla, una alabarda, la cruz que portaba el cruciferario Domingo Pascual y una bandera.

Todos estos objetos estuvieron depositados en la ermita de Los Palacios adonde los vecinos de Vilches iban anualmente para celebrar diversos actos. Posteriormente, la hermandad de la Vera Cruz de esta localidad, encargada de su custodia, consideró más acertado llevárselos a Vilches para quitarlos de la tentación de la soledad. Tras depositarse en la Iglesia del Castillo, se acordó su traslado a una hornacina de la Parroquia donde han quedado expuestos al visitante.

TORREON CASTILLO NAVAS DE TOLOSA

Foto: Torreón Castillo Navas de Tolosa

LA BATALLA

 

Los hechos más destacados de esta acción guerrera fueron:

a)    Toma de Castro Ferral por los cristianos y retirada casi inmediata.

b)    Ayuda de Martín Halaja y paso del Puerto del Muradal.

c)    Abandono de las posiciones almohades y pérdida de la iniciativa.

d)    El desastre.

e)    La comarca en poder cristiano.

 

El 12 de Julio de 1212, don Lope, hijo de don Diego López de Haro, enviado por su padre, se apodera con su gente de Castro Ferral, en lo más alto de los montes dando vista a Andalucía.

Comenta el padre Mariana (Historia General de España del Padre Mariana con notas y observaciones críticas, continuada hasta 1851 por Cánovas del Castillo, tomo I, pág. 274. Madrid, 1852 que “no se atrevió a pasar por el puerto de La Losa ni acometelle” y que aquella misma tarde llegaban los reyes al pie de la montaña, donde se celebró consejo para ver la mejor forma de cruzar el puerto de La Losa. La providencial ayuda de Martín Halaja salvó la dificultad y el sábado, día 14, se hallaban a salvo en una extensa llanura que hoy se conoce con el nombre de Mesa del Rey, en tanto que se retiraba la guarnición que había quedado en Castro Ferral. En este punto, aunque tangencial con el tema, surge un interrogante: si las avanzadillas de don Lope habían subido los altos y ocupado Ferral, a salvo de los escabrosos y bien defendidos pasos ¿cómo se concibe que La Losa supusiera un obstáculo para el ejército que se había unido a sus avanzadillas?. Dice la crónica: “El viernes de mañana llegaron los tres Reyes, el Rey don Alonso de Castilla, el Rey don Pedro de Aragón e el Rey don Sancho de Navarra. E luego que llegaron llamaron al nombre de Dios, e subieron encima del monte e pusieron ai sus tiendas en una rinconada que face encima”.

En los Anales Toledanos (María Agueda Castellano Huerta, “Castillos y Poblamientos en el marco de la Batalla de Las Navas de Tolosa”, pág. 80 B.I.E.G. nº 135, julio-septiembre, 1988), se cuenta: “E pasaron al puerto del Muradal e prisieron a Ferral… e vino el Rey de Marruecos con toda su hueste e prisó La Losa e non les dejaba pasar”. Testimonio indicativo de que el paso de La Losa estaba frente a Castro Ferral, en el sentido de marcha de los cristianos.

Sin embargo, el avance se podía hacer por llano, eludiendo el supuesto paso, como se comentó en el campamento: “Hablaban los nuestros de muchas guisas e los Consejeros eran partidos. Los unos decían que se tornase por llano hasta el logar do estaban los moros…”. En estos momentos aparece el pastor que indica “…que él les mostraría lugar por do passasen muy bien, e sin peligro por la cuesta del monte, en derredor, e que los llevaría escondidamente, que aunque los moros los viesen, no les pudiesen empezer ninguna cosa, e que podíamos llegar al lugar que deseábamos para lidiar con los moros…”. Lo conciso de la crónica impide la localización real de La Losa y del camino seguidos; por ello, Hernández Pacheco, gran conocedor del escenario, interpreta los hechos de forma singular y lógica defendiendo que el enigmático camino los condujo a retaguardia almohade y que estos ocuparían la Mesa del Rey, obligándolos, tras la contienda, a huir por Despeñaperros, nombre alusivo a la posterior masacre.

El lunes, 16 de Julio de 1212, tras un principio incierto, se celebra la Batalla con el resultado conocido: un clamoroso éxito cristiano que, como contraposición, recibió el nombre de “El Desastre” por parte musulmana. Y no sería hasta el tercer día cuando los reyes se apoderan de los castillos y localidades situados al sur de la escena. Según la crónica: “… al tercer día tomaron los reyes Bilches e a Bannos e a Castro Ferral e a Tolosa…”.

EL LUGAR DE LOS HECHOS

Cualquiera que fuera la situación de ambos ejércitos, el escenario del choque coincide en todos los autores: unas muy suaves elevaciones que, como contraste con los altos ya pasados, se pueden considerar como navas entre las pequeñas elevaciones inmediatas a Santa Elena, delimitadas por el río de La Campana y las carreteras de que desde Santa Elena parte hacia Miranda del Rey y el antiguo Balneario de la Aliseda; una extensión de unos 4 kilómetros en la que las altitudes máximas pasan de 700 a 814 metros. Allí hay una superficie de 900 por 300 metros en la que las cotas ascienden en suave rampa de 800 a 814 metros, testigo del acontecimiento que, como testimonio, aporta documentos materiales consistentes en miles de punta de flecha y lanza que los habitantes de Santa Elena llaman “abrojos”. Vestigios que se multiplicaron cuando la potente maquinaria comenzó la formación de terrazas y surcos destinados a la repoblación forestal, especialmente de pinos.

La ubicación del último baluarte, formados por sólidas murallas humanas no podía ser otra más que las inmediaciones de Santa Elena por dos poderosísimas razones: la altitud que procuraba una perfecta visión del campo de operaciones y los dos caudalosos manantiales inmediatos, tan necesarios en el ardoroso mes.

La construcción de los Palacios, promesa de Alfonso VIII y realización de Fernando III, fijan el lugar de acción y la ermita de Santa Elena, junto a los manantiales, señalan el emplazamiento del bastión humano, a cuya sombra nacería el pequeño núcleo de Jarandilla. Puntos situados al N. de Tolosa, pues esta no se cita hasta el tercer día, cuando los vencedores progresan en su avance hasta Úbeda y Baeza.

TOLOSA

Nombre sugerente para los investigadores, especialmente para los de la zona que siempre hemos intuido su procedencia visigoda (Guillermo Sena Medina: “Escenas carolinenses en la prensa de la época, fascículo nº 1 del S.E.C. pág. 14 nota 1. La Carolina, 1981: “Apunto la teoría que han sugerido alguna vez Carlos Sánchez y Juan de Dios Ruiz Donaire y otros que Tolosa corresponda a lo que después fue La Peñuela y hoy La Carolina”.

En su reciente estudio, María Agueda Castellano elabora una interesante teoría que explicaría la fundación de Tolosa en el lugar donde se asentaría el convento de Peñuela y, más tarde La Carolina. Partiendo de la Historia Eclesiástica de Rus Puerta, sospecha que su fundación se debe a S. Amando, monje francés de Aquitania quien, al destruir Cástulo, de la que fue su Obispo, se trasladaría al N. para fundar una ciudad que, en recuerdo de la capital visigoda de su tierra natal, llamaría Tolosa.

Hechos encasillables a partir de X Concilio de Toledo, en el que estuvo presente S. Amando, y antes de XI, celebrado en el año 675, al que no asiste y en cambio comparece por primera vez el Obispo de Baeza. (Menéndez Pidal, Historia de España, Tomo III, nota 64, pág.334: “…sólo aparece la firma de su obispo hasta el concilio X. Debió trasladarse la diócesis de Baeza después del año 666, fecha de dicho concilio, y antes del 675 en que se celebró el XI por traslado de la sede de Cástulo…”).

 

 

La falta de documentación de la época nos permite aventurar que prosperó y que tras su desaparición, su nombre quedaría amalgamado con los llanos y castillo (Navas de Tolosa y castillo de Tolosa), siendo más frecuente la información que tras la Batalla incide en el nombre y localización del castillo, identificado plenamente con Tolosa.

Antes de su regreso a Castilla, Alfonso VIII pobló los lugares de Vilches, Baños, Ferral y Tolosa, que los almohades intentaron recuperar en septiembre de ese año: “vino el Rey de Jaén, el de Granada y el de Córdoba con grandes gentes de moros e lidiaron en Baños, Tolosa e Ferral e non pudieron hacer nada, e fueron pues a cercar Vilches, e lidiaron de día e de noche veintidós días”. (María Agueda Castellano, obra citada. Pág. 80).

A partir de esa fecha, encontramos referencias de Tolosa en estos documentos:

1)    Donación de Fernando III a Baeza (Revista D. Lope de Sosa. 1916. Pág. 184. Jaén 1982).

2)    Concesión de terrenos a favor del Concejo de Baños. (Revista D. Lope de Sosa. 1921. Pág. 58).

3)    Concesión del título de Villa a Linares (Juan Sánchez Caballero. Historia de la Independencia de Linares. Revista Oretania, núms 14-15, pág. 55. Madrid, 1959).

Cuando se delimitan las tierras que Fernando III concede a Baeza en 1231, se dice: “daos y concedeos por términos los lugares… tenga sus términos así como los tenía en tiempos de los moros. Empero que que los de Vilches, Tolosa, Baños y Ferral corten y pascan, y pesquen y cacen con vosotros en estos términos sobredichos…”

Testimonio que revela que Tolosa continuaba habitada, sin poder discernir si esta alusión va destinada al castillo o a la localidad.

Cuando Baeza hace donación de su territorio a Baños 15 años después, se procede a su deslinde que se describe así: “… como tiene de Guadalmazarub a Baños y da consigo a la torre que yace carrera de Vilches ¿Martín Malo? Que tiene poblada Martín Yáñez, y da consigo hasta en Tolosa…”.

Relación de lugares que coincide con el antiguo Camino Real, convertido hoy en Radial IV; por consiguiente Tolosa quedó en término de Baños hasta que en el siglo XVIII se incluye en el de Las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena.

Cuando el 17-VIII-1565 se concede el título de Villa a Linares, Baeza sufre un nuevo recorte de su territorio. El límite septentrional coincide con el de Baños y la descripción del deslinde es mas pormenorizada: “en un mojón blanco que está en el camino que va de Linares a Baños, e confinando con términos de dicho mojón blanco del dicho río Guadiel arriba hasta la boca del arroyo Carboneros, e de allí al camino que viene de San Bartolomé a dar al prado de la Reina, quedando el dicho prado a mano izquierda, siguiendo la derechera a dar a la torre de Martín Malo, e de allí al camino que va a dar al pozuelo, hasta a dar a un mojón blanco que está en un cerro frontero del dicho pozuelo, siguiendo el dicho camino hasta dar en dicho arroyo Carboneros y entrar en el camino real que viene de Bailén por el dicho Carboneros a Los Palacios el camino adelante a las cruces, a la vista de Tolosa, a donde están unos canalizos de pizarra y de allí se parte…”.

Estos deslindes confirman que el límite de Linares coincidía con el de Baños en gran parte del camino real, salvo en el espacio de la torre de Martin Malo y que, cerca de La Carolina, Tolosa permanecía en el término de Baños, a la vista de las cruces (sin duda, la venta de Baeza, conocida así por figurar tres cruces en el escudo de Baeza, colocado en su fachada y que hoy se encuentra embutido en una esquina de la Plaza de Las Delicias de La Carolina. Sin embargo, lo que se halla frente a la venta (hoy arrasada hasta los cimientos por las obras que se realizan en la nueva autovía) es el castillo, con lo cual vemos que Tolosa había desaparecido y ya se identificaba con la fortaleza, aunque los canalizos de pizarra sugieren recogida de agua para riego o consumo humano por parte de los dueños de la venta o para la población.

En el informe remitido por D. José Gracia de León y Pizarro, corregidor de Úbeda, a Campomanes en 1765 y 1767 hace un detallado estudio de antiguos asentamientos y castillos en el área que se pretende colonizar. En lo referente a Tolosa, dice: “castillo bien célebre por la memorable batalla que en sus Navas, llamadas de Tolosa, dio el ReyDon Alfonso el 8º (y 9º como quieren otros) a 16 de Julio de 1212; permaneció en poder de cristianos y con su  Iglesia hasta que por bandos que hubo en Baeza (a quien pertenecía) reconociendo que en aquel lugar puesto se hacían fuertes los contrarios de la paz pública, lo hizo demoler y despoblar, año 1473. Consta en  el libro Capitular del mismo año. Es su sitio a la entrada de las Navas de Tolosa para Andalucía a la parte meridional”.

Refiriéndose a Xarandilla, dice: “es otro sitio de población que parece fue la mayor que hubo en esta parte de Sierra Morena, entre los arroyos de Rey y Galvarín y río Almuradiel, distantes tres leguas de la Villa de Vilches. En estos parajes el Santo Rey D. Fernando hizo construir unos palacios y ermita dedicada a Santa Elena, colocándose en ella cruz de hierro que el Arzobispo de Toledo, D. Rodrigo, llevaba como Primado de la Batalla y hoy se conserva en la nombrada Villa. Expresando el autor (se refiere a Martín Ximena) que en su tiempo se conocían aún las calles y plazas de Jarandilla, y que gozaba dos fuentes de excelentes aguas, llamada la una el Moralejo y la otra de los Vaqueros”.

De la Peñuela dice: “Era también alcaidía de Baeza que denota población o castillo”. Descripciones sabrosas de contenido, por cuanto loque se refiere a Tolosa hace una clara distinción entre castillo y navas y en lo referente a la alusión a su Iglesia, hace una separación entre esta y el castillo, como si se tratara de un edificio inmediato, exento de la estructura defensiva almohade, tal vez, una de las pocas reliquias de la arruinada Tolosa.

Jarandilla debió tratarse de un conjunto de viviendas nacidas en torno a la ermita de Los Palacios, tal vez por los habitantes de Vilches que acudían anualmente a este pequeño templo para conmemorar la Batalla, por ser los protectores de las reliquias que allí se depositaron. En torno a esta ermita y sobre el lugar de Jarandilla se construyó Santa Elena, como comunicaba unos años después D. Andrés Gil Rubio, cura de El Mármol, a D. Tomás López (manuscrito 7031 de la Biblioteca Nacional: “…Y Jarandilla hoy es Santa Elena, Población nueva de Sierra Morena”.

TOLOSA: sus Navas, Castillo y la Colonia de Navas de Tolosa

Y como se especifica en la Mojonera de las Nuevas Poblaciones (Mojonera General de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena: “cuio mojón está a 33 varas antes de llegar a la vereda que viene desde Jarandilla o Santa Elena a la venta de Liruela (Iruela), a cuya vereda llaman el camino Real del Puerto del Muradal…”. Este camino, situado entre los mojones 38 y 39 de separación de Santa Elena y El Viso estaba a 300 varas del camino Real que desde Miranda atravesaba por la cumbre del pico de la Estrella y continuaba hasta El Viso: en la mojonera cruzaba cruzaba entre los mojones 43 y 44: “… desde donde se bajó hasta encontrar el camino que viene de Santa Cruz al Portazgo y Puerto del Rey… (día 3-VI-1772).

En cuanto a la Peñuela, el hecho que consignara que denota población o castillo, evidencia la existencia de unas edificaciones, ya deterioradas, distintas a las del complejo del convento carmelita.

Unos dos años después, en 1771, Olavide ofrece un inestimable testimonio acerca de la existencia de Tolosa: “no sólo se encuentran a cada paso medallas de todos los tiempos, ruinas y muebles de lugares enteros, sino termas, acueductos (alguno magnífico y casi entero), columnas, sepulcros, inscripciones… Este lugar de La Carolina se ha fabricado por la mayor parte con piedras recogidas en antiguas ruinas y cimientos que se han hallado cavando la tierra en sus inmediaciones. Los acueductos mismos nos han guiado al descubrimiento de aguas que ya estaban perdidas y todavía existen estos vestigios…”. (Informe de Olavide al Conde de Aranda de I-IV-1771. A.H.N. Inquisición, legajo 3612).

Cinco años después se indica: “… cuando se abrieron los cimientos para edificar esta villa, se encontraron fragmentos y en sus ruinas, sepultadas algunas casas, con huesos humanos, varios hilos de perlas y tinajas de vino, aceite y bálsamo, que demostraban haber habido alguna población grande, que se arruinaría sin duda cuando la Batalla de las Navas de Tolosa que a un cuarto de legua de aquí se dio, en cuyo paraje van formando aldea sus vecinos…”. (Manuel Acedo. Revista D. Lope de… año 1930, pág. 140, tomado de El Atlante Español 1788 de Bernardo de Espinalt).

Como se ve, su autor, Bernardo de Espinalt, atribuía las ruinas a una población de cierta entidad, aunque el error de situación ya está extendido, sin duda por haberse denominado la naciente localidad de Venta de Linares con el nombre de Navas de Tolosa.

LA COLONIZACIÓN DE SIERRA MORENA POTENCIA EL ERROR DE SITUACIÓN

La creación de las Nuevas Poblaciones aumentó y consolidó la confusión sobre el emplazamiento del lugar de la batalla cuando D. Miguel de Jijón, Subdelegado de Olavide decide formar una colonia en la venta de Linares en marzo de 1768 y, especialmente, en el momento en que se decide poner a la naciente colonia el nombre de Navas de Tolosa.

Los testimonios de este cambio están recogidos en los registros eclesiásticos de esta localidad (en la piel de la cubierta de los libros parroquiales se rotuló: “Libro de Defunciones de la Venta de Linares”. Sus primeras partidas recogen “… en este sitio de la Venta de Linares”, pero a partir del folio 48 de este mismo libro se llama Navas de Tolosa, mayo-junio 1772, aunque en sucesivas partidas es frecuente que se simultaneen ambos nombres) y en el expediente de amojonamiento de todas las poblaciones creadas por Carlos III en Sierra Morena (mojonera citada). El 15-XI-1773 se continuaron las diligencias de deslinde entre las Nuevas Poblaciones y Linares en la línea maestra de división de suertes de Guarromán y Carboneros: “donde en la referida línea maestra se espera hasta las diez de esta mañana a los comisarios y peritos de la villa de Linares y si no hubiesen comparecido a la expresada hora, se siga por la dicha línea maestra adelante hasta encontrar el punto por donde atraviesa el camino que viene de la Venta de Linares, hoy población de Navas de Tolosa, para Jaén…”.

TOLOSA EN LA CARTOGRAFÍA

En lo referente a esta documentación, se observa que aunque la situación de lugares no sea muy afortunada, en todos los planos y mapas anteriores a 1767 se recogen y diferencian el lugar del castillo (a veces identificado con Tolosa) y los llanos o Navas de Tolosa. El castillo se sitúa, en todos los casos al mediodía de las Navas de Tolosa y al N. o NE. de la arruinada Tolosa, conocida ahora por el nombre del convento carmelita de La Peñuela.

Los datos de otros mapas anteriores como el de Gaspar Salcedo de Aguirre, año 1678, y los que se incluyen en la Historia de Jaén de Ximena. Con estos y otros datos (sospechamos que incluiría información de las nacientes poblaciones) confeccionó su mapa de 1787, que resultó bastante más afortunado, exacto y completo que el realizado 26 años atrás.

Los errores de localización en su plano de 1761 son evidentes, tal vez por haberse apoyado en otros anteriores, como el de Marín Ximena; equivocaciones que trata de corregir por las críticas que se hacen a los planos de la época, pues así se desprende de la carta que le dirige fray José de Salas, cura de Porcuna, a instancias del cartógrafo, con datos para el nuevo que pretende realizar: “… recibí el impreso carta suya con que promueve la ayuda con la descripción cartográfica de tres leguas en contorno de dicha villa para corregir las faltas y dislocaciones que se advierten, no sin confusión nuestra, en los mapas geográficos de nuestra Península por los extranjeros…” (Manuscrito 7.031 de la Biblioteca Nacional).

En el mapa del Reino de Jaén de 1761, los llanos o Navas de Tolosa se advierten que están un poco desplazados al N.O.; Nuestra Señora de La Peñuela se sitúa al sur de la venta de Guarromán y las ventas de Linares y de La Fresneda, fuera del camino. En cambio, el castillo, indicado como Tolosa se puede considerar emplazado en un lugar aceptable.

Cuando Tomás López recibe el croquis remitido por el cura de Bailén, D. Juan Pedro de la Chica y Valderrama, lo incluye íntegro en su nuevo mapa del Reino de Jaén de 1787, lo mismo que hace con los enviados por fray Francisco Crespo, cura de Vilches; en el segundo contesta a cuatro preguntas concretas del geógrafo: distancias y situación de la Torrecilla, cuevas de Espelunca, mina de Los Palazuelos y Torre de Martín Malo. (Manuel Corchado Soriano. Pasos naturales y antiguos caminos entre Jaén y La Mancha. B.I.E.G. octubre-diciembre, Jaén 1963 págs.18 y 19. “Las menciones de los tres puertos, del Rey, Muradal y La Losa, son usadas indistintamente en las fuentes antiguas cristianas de la batalla, ya que los árabes siempre la nombran la del Castillo de la Cuesta, y posteriormente han seguido siendo usadas por los tratadistas y comentaristas de esta época histórica, aunque sin diferenciarlos y menos sin identificarlos; en mi entender, los pasos del Muradal y del Rey pueden ser el mismo, y el de La Losa debe identificarse con el que utilizó el ingeniero Le Maur, en el siglo XVIII, para pasar hábilmente esta sierra casi a nivel”.

Este nuevo mapa de 1787 podemos considerarlo exacto en el espacio comprendido entre Miranda y La Carolina, subtitulada aún La Peñuela, haciendo la salvedad de que ahora aparece un solo puerto, el del Rey, algo desplazado al SO; por otra parte, la coincidencia de que los dos citados sacerdotes mantengan el nombre primitivo de Venta de Linares a la reciente colonia de Navas de Tolosa también queda reflejada por Tomás López y en lo relativo a los llanos o Navas de Tolosa, quedan situados junto a Venta Nueva, al S. de su destino real, en tanto que dos sables cruzados, colocados al O. de la posición del castillo de Tolosa, fijan erróneamente el “Sitio de la Batalla”.

PERSISTENCIA DEL ERROR

En 1794-97 d. José Ampudia y Valdés es comisionado para el levantamiento de los planos topográficos de las colonias de Sierra Morena. Estos documentos fueron los más exactos de los que se habían realizado hasta entonces en nuestra provincia, pero el hecho de que quedaran archivados en Madrid, hizo que no gozaran de la difusión que habían gozado los de Tomás López transcendiendo los errores de este por todo el territorio, influyendo en los planos posteriores.

En 1848 el cuerpo de Estado Mayor del Ejército levanta 9 planos de la batalla de Bailén y 4 del lugar de la batalla de Navas de Tolosa. Dos de estos fueron trazados por los capitanes Teodoro Pizarro y José Gómez de Arteche con el título “Plano topográfico del terreno en que se dice tuvo lugar la batalla de Navas de Tolosa el día 16 de Julio de 1212 entre el rey D. Alfonso y el emir Mohamed-el-Nasir” se consignan las tierras inmediatas comprendidas entre la localidad de Navas de Tolosa y el castillo, con lo cual el error se hace manifiesto.

El Atlas realizado por Bachiller en 1850 y que, a modo de apéndice cartográfico, se incluye en la prestigiosa Historia de España del Padre Mariana (continuada por Cánovas del Castillo), sitúa la Colonia de Navas de Tolosa entre Santa Elena y Venta Nueva, exactamente en el mismo sitio en que Tomás López colocara el lugar de la batalla, al N.N.E. del castillo de Tolosa.

Los planos actuales han suprimido, modificado o cambiado nombres de lugares que se registraban en sus predecesores. Ya no se registra el puerto del Muradal, de posible raíz latina “murus”, conocido también por su sinónimo Muradal o del Rey y La Losa. La imprecisa palabra “ruinas” señala el lugar de Castro Ferral y la no menos imprecisa denominación de “mina del castillo” es el único testimonio del emplazamiento del castillo de Tolosa.. La personalidad de la gesta y del monarca han quedado unidos a ciertos accidentes: Mesa del Rey, Arroyo del Rey y Miranda del Rey, todos al mediodía de la Cordillera, el desaparecido paso del Rey en la cumbre y al N. el Cerro del Rey.

De la ciudad de Tolosa se ha perdido hasta su recuerdo, como si el velo de los siglos pretendiera ocultar su existencia: su nombre, desaparecido de la localidad, del castillo y de los llanos, solo ha quedado indefectiblemente unido a un lugar ajeno al de los hechos, a las Navas de Tolosa, una de las colonias de Sierra Morena que mandó construir Carlos III en el siglo XVIII, a 555 años de distancia del momento de la Batalla.

(*) Carlos Sánchez-Batalla fue Maestro Nacional, Cronista Oficial de Aldeaquemada e investigador histórico.

 

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