23-F: Alterio entrevista a Noni Montes

23.02.2011 17:30

23-F: ALTERIO ENTREVISTA A NONI MONTES

A esta hora, hace 30 años, un desalmado entró pegando tiros en el Congreso de los Diputados. A la misma hora, 30 años después, Alterio entrevista a Noni Montes sobre su “personal" vivencia de aquel 23-F de 1981

 

Alterio.- Buenas tardes amigo. Hoy cambiamos las tornas y me toca a mí hacer las preguntas ¿le parece bien?

Noni Montes.- Viene usted tarde y mandando, Alterio. Lleva usted mucho tiempo desaparecido. Iba a hacer un artículo que se titulara “Salvar al soldado Alterio”…

Alterio.- Es verdad. He estado muy liado últimamente, pero ya estoy aquí de nuevo. Y espero que me consteste algunas preguntas sobre su personal 23-F, ¿de acuerdo?

Noni Montes.- Ya le digo: usted manda. Sin que sirva de precedente, claro...

Alterio.- ¿Cómo lo vivió usted? Porque usted lo vivió en directo… Si casi se acuerda de los balcones de palo.

Noni Montes.- Bueno; procuraré no ser muy coñazo de manera que no parezca una de las batallitas que nos cuenta usted de vez en cuando…

Alterio.- Eso; usted no deje de apalearme ¿puede empezar ya?

Noni Montes.- Yo estaba en Jaén, en la capital. Estaba visitando a un amigo en su despacho cuando sonó su teléfono y le dicen: “Tejero ha entrado en el Congreso. Ha entrado a tiros”. Aunque había habido operaciones golpistas previas (Operación Galaxia), la verdad es que no estábamos tan preparados como Carrillo, por ejemplo, que fue el único de los diputados que desobedeció la orden del golpista: “Todo el mundo al suelo”. Dicho y hecho, todos al suelo menos Carrillo que permaneció impasible en su escaño con su cigarrillo entre los dedos. Qué tiempos aquellos que todavia se fumaba hasta en el Congreso de los Diputados…

Alterio.- Perdone que le reconduzca, amigo: su 23-F…

Noni Montes.-  Lleva usted razón Alterio. Es que todo se pega ¿me entiende?. Pues bien, inmediatamente me puse en marcha y me dirigí a la sede del PSOE de Jaén que estaba en la calle Hermanos Pinzón, cerca de la estación del tren. Quizás no era todavía muy consciente de la gravedad del momento. A la sede del PSOE se accedía a través de un largo y estrecho pasillo y yo entré taconeando, como si las pisadas fueran las botas de un milico. A la vez grité con voz grave: ¿quién hay aquí?. En el interior estaba un buen compañero y amigo, Alfonso Ramírez. Cuando vió que era yo el que bromeaba, me dijo de todo menos bonito.

Alterio.- Es que no debió ser para menos…

Noni Montes.-  Sí, es verdad. Bien, pues yo bajé al Partido para ver y hablar con la gente de la Ejecutiva provincial, pero no encontré a nadie más que al amigo Alfonso. Hice numerosas llamadas pero nada: ellos también habían desaparecido de la escena, como ha hecho usted en los últimos tiempos.

Alterio.- ¿Quiere decir que se habían escondido?

Noni Montes.-  O algo parecido. A lo largo de la tarde-noche continué intentando hablar con ellos en vano. Yo era entonces secretario general del PSOE de La Carolina y me puse en camino de nuestro Pueblo.

En la radio de mi coche, las emisoras hablaban de lo ocurrido en el Congreso. Hasta la altura de Mengíbar: las emisoras empezaron a entonar marchas militares. Me temí lo peor. Por unos segundos, sinceramente, no supe si continuar hacia La Carolina o tirar hacia Extremadura, camino de Portugal. Como le digo, sólo fueron unos segundos de duda. En La Carolina estaba mi familia y mi gente. Era allí donde debía estar. Y cuanto antes.

Alterio.- ¿A Portugal? ¿Qué iba a hacer usted en Portugal?

Noni Montes.-  Quitarme de en medio, Alterio. Como supuse que habían hecho tantos y tantos y que varios días después los hechos confirmaron. Algunos huyeron a Portugal, otros a Francia… No pretendo presumir de nada, pero sólo fueron unos segundos de duda, se lo aseguro.

Alterio.- ¿Canguelo, amigo?

Noni Montes.-  No le quepa duda, Alterio. Continué mi viaje hacia La Carolina. Cuando entré al Pueblo, ya había anochecido y las calles estaban vacías, desiertas. Fui directamente a la sede del PSOE en la calle Pedro Delgado, donde había menos de una decena de compañeros. Estaban haciendo no sé qué planes, una “Rosa de los Vientos”, la llamaba Juan de la Torre y que algún día tendrá que explicarme en qué consistía. Algunos planeban destruir las fichas de los militantes y que, por cierto, creo recordar no haber visto a casi ninguno allí (supongo que estarían donde debían: en sus casas). Lo de las fichas me pareció innecesario porque ya hacía bastante tiempo que todos estábamos “fichados”.

Alterio.- ¿Cómo que fichados?

Noni Montes.-  Si, Alterio. Nuestros datos estaban controlados desde los tiempos de la clandestinidad. Siempre sospeché de algún “topo” en el Partido. Hoy, todo esto puede parecer ficción. En aquellos tiempos, le puedo asegurar que era la realidad misma.

Alterio.- ¿Y qué hizo después?

Noni Montes.-  Me dirigí al Ayuntamiento. El alcalde era Pepe Rodríguez Fernández y estaba intentando coordinar a las fuerzas políticas de La Carolina de forma que no se produjeran incidentes en nuestro Pueblo. No se produjeron aunque algunos elementos, los de siempre, no tardaron en ponerse a las órdenes de los que consideraron que estarían al frente del Golpe si triunfaba.

Es preciso subrayar para el conocimiento de los que afortunadamente no vivieron aquellos tristes días, que Pepe Rodríguez dejó manifiestamente clara su componente democrática. Es preciso subrayarlo para que algunos que no han dudarlo en calificarlo de “golpista” tras la moción de censura de 2009, sepan que no precisa la patente de demócrata de nadie. Se la ganó a pulso aquel 23 de Febrero de 1981. Lo demás es coyuntura política, es el juego de la politica.

Alterio.- Bueno, amigo. Le diré yo ahora lo que me dice usted en tantas ocasiones: el tiempo y el espacio apremia…

Noni Montes.- Lleva razón, Alterio. Sólo añadir un par de cositas. Llegué a mi casa –todavía no había estado en ella- pasadas las doce de la noche despues de darme una vuelta por La Carolina. En dicho paseo me encontré con dos miembros de la Policía, otros dos demócratas de piés a cabeza. Hoy puedo, debo y deseo citar sus nombres. Uno ya fallecido, era Germán Tendero Rubio. El otro, ya retirado, era Ramón Romera. Me consta que durante toda la noche estuvieron vigilando los domicilios del personal político “señalado”, yo entre otros muchos.

Alterio.- Buena gente ¿no?

Noni Montes.-  Ya lo creo que sí; demostraron su coraje y espíritu democrático en muchas ocasiones.

Alterio.- ¿Algo más, amigo?

Noni Montes.-  Pues sí, una anécdota. Antes de coincidir con usted para esta entrevista he entrado en un bar para comprar tabaco. Ya sabe usted que no se puede fumar en los bares pero sí comprar tabaco. Pues bien, ha coincidido que en la televisión del bar, en Canal Sur, estaban entrevistando a mi amigo Fernando Calahorro, uno de los diputados secuestrados en el Congreso. Calahorro, hoy subdelegado del Gobierno central en Jaén, ocupaba su escaño junto al también diputado Cándido Méndez. Comentaba Calahorro en su entrevista televisada que mientras permanecían bajo sus escaños y Tejero y los suyos pegaban tiros, Calahorro le dijo a Méndez: “Parecen balas de fogueo…”. Y Méndez, que en esto de los tiros estaba más fogueado que Calahorro le respondió escuetamente con lo que Calahorro ha definido como una frase muy de Jaén. Fernando no ha dicho textualmente la frase. Yo se la diré, Alterio; Méndez le dijo a Calahorro: ¿Qué fogueo ni qué pollas?.

Era verdad, no eran de fogueo los tiros de Tejero. Afortunadamente para España, para la Democracia, el golpe del chapucero Tejero & Company sí resultó de fogueo.

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