Despedida del Carnaval, por Laura Bautista Lesmes

25.03.2014 14:17

DESPEDIDA DEL CARNAVAL

 

     

Un artículo de Laura Bautista Lesmes (*)

 

El Carnaval se despide una vez más. Después de semanas de frenético baile y ritmo, en diferentes lugares del mundo los carnavaleros y carnavaleras deben colgar su disfraz, guardar sus lentejuelas, sacudir su purpurina y volver a guardar las máscaras en el armario, donde empezará la cuenta atrás para su regreso el próximo año. Con el compás de los tambores aún en la cabeza, el burbujeo de la música en las venas y el ingenio cargado de ideas para el 2015, el calendario agota su vibrante fiesta para dejar paso a la próxima cuaresma.

Desde Río de Janeiro en Brasil y pasando por Recife, el espíritu de una de las fiestas más antiguas del mundo hizo contonear las caderas bajo el embrujo de las comparsas, un ritmo pegadizo que llevó a las calles al hechizo del Carnaval, traspasando fronteras y continentes. Oruro en Bolivia o Barranquilla y Pasto en Colombia como siguiente parada para la fiesta de la máscara, Montevideo en Uruguay, Entre Ríos en su vecina Argentina o Veracruz y Mazatlán en México también bailaron al son de la samba. Febrero y marzo encuentra en el mapa su ritmo propio. La Habana y Santiago de Cuba salieron a la calle a toque de tambores que resonaron también al otro lado del Atlántico. Europa no se queda corta en lentejuelas, ni en Colonia en Alemania o en la tradicional fiesta de Venecia en Italia, tampoco en España.

Carnaval de La Carolina

De norte a sur y de este a oeste, la fantasía del disfraz y el pretexto de una buena fiesta sacaron a los españoles de ciudades y pueblos a moverse al son de cabalgatas y desfiles o a sacar su lado más artístico en pasacalles, carrozas y concursos de todo tipo. En Andalucía se disipa poco a poco el olor a Carnaval, con el tarareo de alguna pegadiza estrofa de chirigota, mientras en Canarias sigue dando sus últimos coletazos, negándose a abandonar la calle.

El Carnaval, cuya etimología se pierde en los entresijos de los siglos, cuenta con cientos y cientos de años a sus espaldas, aunque no se siente viejo. De la antigua celebración pagana de la ‘despedida de la carne’ nos queda su estela, la alegría y la despreocupación de la fiesta antes de entrar en el corsé de la Cuaresma cristiana. Sin embargo, la tradición de la máscara, que fue recuperada por la Italia de la Edad Media se conserva, en los mismos paseos venecianos y a lo largo del mundo entero. En la mezcla de herencia y ritmo, la calle ha tomado el podio con la samba como reina, rodeada de plumas, brillo y color. Las grandes comparsas y las batucadas, a toque de bombo y platillo, se pasearon llenando todos los rincones, atrapando a su gente y cada centímetro de las ciudades.

La autora del articulo (en el centro) en el Carnaval de su tierra (Las Palmas de Gran Canaria)

Las murgas o las chirigotas dieron su nota de humor a la actualidad y por unos días no tener pelos en la lengua, subirse a unas altas plataformas de Drag Queen (Gran Canaria) y ser quien te gustaría ser fue muy fácil y divertido. “Vale todo”, así se explicaba la necesidad de la máscara en la tradición carnavalera. Esta costumbre, más antigua que la memoria misma, conserva aún varias de sus pautas originarias, que han quedado impregnadas en las entrañas de la celebración. Popular en todo el mundo y propia de cada región, en cambio. En Notting Hill (Londres), el carnaval tiene cita en agosto y por ejemplo en Tenosique (México) obedece a la tradición milenaria de la Leyenda del Pochó, anterior incluso que la llegada de los conquistadores. El tono jovial al que estamos acostumbrados toma otro matiz en Vevčani (Macedonia), donde la temática terrorífica es la que le da vida cada año, y por más de 1400. Un trozo de historia española permanece en las raíces de Binche (Bélgica), que celebra el Carnaval al más puro estilo de Carlos V, al igual que Los Indianos en Santa Cruz de La Palma que aprovecha el lunes de Carnaval para estrechar sus lazos con Cuba con una lluvia de polvo, rememorando el regreso del viaje hacia las Américas de los palmeros, en busca de mejor vida. Carnavales para todos los gustos y con diferentes recetas ponen ya su guinda. Y es que una vez bailado el carnavalito en el norte de Argentina, paseado junto a los gilles belgas, los gigantes, ha vibrado la calle al paso de las comparsas brasileñas, rugido el sambódromo, reído el corsódromo (Argentina) o ‘peleado’ en la Batalla de las Flores (Barranquilla-Niza) o en La Merengada (Barcelona), el Carnaval se retira a descansar. Ya se ha enterrado a Joselito (Barranquilla) y a la Sardina, incluso al loro Ravachol de Pontevedra, la conga, la samba y el frevo callan, es hora de que duerma.

Para el año que viene más, quizás mejor. Mientras tanto los grupos hacen gárgaras y las murgas preparan sus letras, a mediados de febrero debe estar todo listo. Por ahora vayamos tachando días del calendario.

(*) Laura Bautista Lesmes es periodista.

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