Nuestra Historia: Fundación de La Carolina y Pablo de Olavide
Fundación de La Carolina y Olavide
Foto: Torres de la Fundación
Apuntes biográficos de Olavide
El 25 de enero de 1725 nacía en la capital del Perú Pablo de Olavide y Jáuregui, primogénito de la familia del hidalgo navarro Martín de Olavide -contador mayor del Tribunal de Cuentas de Lima- y María Ana de Jáuregui. Era su madre hija del capitán sevillano Antonio de Jáuregui, avencidado en Lima, que había casado con una joven limeña, María Josefa. Dos hermanas tuvo nuestro hombre: Micaela y Josefa.
Fue bautizado en la parroquia del Sagrario el 7 de mayo siguiente con el nombre de Pablo Antonio José, siendo apadrinado por su tío materno Domingo de Jáuregui, que habría de jugar un papel importante en su vida.
Foto: Pablo de Olavide
Antes de los diez años estaba ya el niño estudiando en el Real Colegio de San Martin, de Lima, dirigido por los jesuitas. Inteligente y precoz, a los quince años se graduó como Licenciado y Doctor en Teología por
Para toda
Según este criterio, quedaba prohibido también el establecimiento de comunidades religiosas, que pudiesen algún día robar brazos a la agricultura. No se autorizaban tampoco los matrimonios con nativos de poblaciones cercanas, a fin de aumentar la demografía de las colonias.
Para poder llevar a cabo esta empresa, Olavide recibió extensos poderes: reclutaría personalmente a sus colaboradores y sería independiente de todas las autoridades administrativas o judiciales, no dependiendo más que del Consejo de Castilla, y del Ministro de Hacienda para las cuestiones económicas. Campomanes puso a su disposición el ganado, los granos, muebles y utensilios agrícolas procedentes de los extinguidos colegios andaluces de los jesuitas, además de cuantiosas sumas extraidas de sus rentas.La colonización va a llevarse a la práctica en 3-4 zonas bien diferenciadas de la geografía andaluza durante los años de 1767 y 1768: Las llamadas Nuevas Poblaciones de Sierra Morena en Jaén, con 22 núcleos, y con capital en
De esa colonización nacerían las poblaciones de
Los
Formación de una sociedad modelo, que sirviese de ejemplo tanto a los pueblos del entorno como al resto del país, ya sea a los campesinos o a la sociedad estamental.
- la admisión única de población útil
- el desarrollo de todos los ramos de la agricultura
- el establecimiento de la industria
- la dispersión de la población por el campo.
Según el Fuero de las Nuevas Poblaciones (5-VII-1767), a cada vecino poblador se le entregarían 50 fanegas de tierra de labor, además de algún terreno para plantar árboles y viñas. En cuanto al ganado, se les facilitaría a cada familia dos vacas, cinco ovejas, cinco cabras, cinco gallinas, un gallo y una puerca de parir. A cambio, durante diez años tendrían la obligación de mantener su casa poblada, y permanecer en los lugares, sin salir ellos ni sus hijos o domésticos extranjeros a otros domicilios; en caso contrario, podrían ser condenados al servicio militar. Después de este tiempo, la obligación de residencia permanece pero su incumplimiento sólo conlleva la pérdida de las tierras.
Los primeros tiempos de la historia de las colonias —que el optimismo oficial esperaba ver realizadas en el espacio de dos años— constituyen una constante improvisación, una lucha encarnizada con las dificultades nacidas, la mayor parte de las veces, de un exceso de precipitación, cuya responsabilidad inicial no recaía sobre el superintendente. La naturaleza rebelde, las inclemencias de la estación invernal, la dureza propia de toda obra que nace, exasperaban a los colonos, gran parte de los cuales desconocía las técnicas más rudimentarias de la agricultura. Hubo deserciones, enfermedades y muertes en gran escala. En sustitución de los extranjeros, fueron llegando agricultores de Levante y Cataluña, más acostumbrados al clima de nuestro suelo.Pese a todo, vence la constancia. Se edifican otros lugares y las colonias crecen. A los primitivos terrenos, emplazados en la provincia de Jaén, entre Despeñaperros y Bailén, se unen ahora nuevas colonizaciones a orillas del Guadalquivir, entre Córdoba y Ecija. Olavide aprovecha esta magnífica oportunidad para poner en práctica su plan de reforma agraria, con excesivo idealismo que truncaría sus ilusiones.Las mayores dificultades, sin embargo, procedían de las mezquindades humanas incapaces de cooperar en una empresa de entrega y generosidad. Al bien común se ha opuesto siempre el bien particular. Fueron, inicialmente, los habitantes de lugares vecinos, envidiosos del reparto gratuito de las tierras a unos extraños; vinieron después los ricos ganaderos, que veían limitados los antiguos baldíos donde pastaban sus reses; municipios, como el de Ecija, que se apresuró a interponer un recurso ante el Consejo de Castilla, por creer lesionados sus derechos. Por otra parte, las quejas y lamentaciones de los propios colonos se extendieron más allá de nuestras fronteras; los capuchinos alemanes, que servían de directores espirituales en las colonias, emprendieron una campaña de difamación y desprestigio contra el Intendente y sus colaboradores. El Gobierno nombré un visitador que humilló a Olavide, suspendido temporalmente en sus funciones.
En 1769, pasada la tormenta, se reincorpora con más empeño, si cabe, a la dirección de las colonias y planifica su futuro mediante trabajos de irrigación, mejoramiento de cultivos y establecimiento de fábricas. El éxito acompaña ya a la empresa, y a fines de 1775 el número de colonos sobrepasa los 13.000 individuos.
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